MUNDO DEL TRABAJO

Un estudio de cuatro organismos multilaterales indaga en los impactos que tendrá el cambio tecnológico en el mercado laboral de economías en desarrollo.

“El progreso tecnológico permitiría a los países con los que trabajamos crecer y alcanzar rápidamente mejores niveles de vida que en el pasado. De hecho, sostenemos que el mayor riesgo que corren muchos de los países sería quedarse por fuera de esta revolución”, sostienen los autores de El futuro del trabajo: perspectivas regionales, un estudio encarado por los bancos de desarrollo de África, Asia, América Latina y Europa que pone la mirada en la maximización de las oportunidades.

Apuntan también que la mayoría de los estudios destinados a analizar el significado de esos cambios en el trabajo están concebidos “desde la óptica de las economías avanzadas”. Esta investigación, en cambio, pretende establecer qué está ocurriendo en los países en desarrollo y emergentes, donde esos cambios inciden de manera diferenciada debido a los patrones diferenciados de difusión tecnológica, las estructuras económicas y demográficas, y los niveles de educación.

En la presentación del informe, una de las autoras y coordinadoras, Carmen Pagés, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se explaya sobre esos factores.

Afirma así que algunos países son más susceptibles que otros a ese impacto y cita el caso de Centroamérica, donde “una parte relevante de la economía se basa en sectores cuyo potencial de automatización es elevado, como los centros de atención al cliente (call centers), el comercio o la agricultura”.

“Las habilidades existentes en la fuerza laboral también influyen en los incentivos para automatizar y el potencial de crear nuevos puestos de trabajo”, añade Pagés y cita en su apoyo la opinión del Foro Económico Mundial, para el que América Latina y el Caribe es una de las regiones con “menores niveles de habilidades”.

Un tercer factor, dice la funcionaria del BID, tiene relación con el nivel de acceso a la banda ancha. “Cada vez son más los trabajadores independientes que están a disposición de miles de clientes a través de plataformas electrónicas que funcionan a través de internet”, apunta Pagés. Y aunque admite que ese fenómeno reduce el trabajo asalariado, genera mayor informalidad y reduce las protecciones de que gozan los trabajadores, asegura que “las plataformas digitales pueden conectar a los trabajadores de la región con los mercados internacionales, sin necesidad de migrar”.

Por otro lado, la automatización tendrá más incentivos en aquellas economías donde “los salarios están creciendo más rápidamente” o “hay cada vez menos personas en edad de trabajar”.

Finalmente, apunta, es necesario tener en cuenta que las redes de protección son menos sólidas en las economías en desarrollo que en los países de mayores ingresos. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, eso incrementará “el impacto de los cambios laborales en aquellos trabajadores que no tienen acceso a seguro de desempleo”.

Desde el punto de vista de la autora, en línea con el que expone el informe, aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías y reducir sus impactos adversos es necesario mejorar las habilidades de la población, apoyar más las transiciones de los trabajadores entre empleos y repensar el Estado del Bienestar, adaptando nuestros sistemas de seguridad social a la nueva realidad.

El énfasis en la formación de la fuerza laboral es uno de los puntos centrales de las conclusiones del capítulo referido a la región. “Existe la necesidad urgente de capacitar a los trabajadores con una combinación óptima de habilidades socioemocionales, cognitivas y digitales para que puedan aprovechar la tecnología y desarrollar resiliencia ante sus efectos adversos”, dicen los autores en un tono que los argentinos seguramente reconocerán sin mayor dificultad, y añaden que, “así como la tecnología proporciona nuevas oportunidades para mejorar los procesos de producción, también abrirá nuevas opciones para capacitar a la fuerza laboral”. Un modo de hacerlo, sostienen, es “facilitando un aprendizaje autónomo y continuo, empoderando a los aspirantes y modificando el papel de los profesores y de los instructores, que pasarán de ser transmisores de conocimientos a convertirse en mentores, guías y coaches”.

Finalmente, llaman a la adopción de “políticas públicas audaces”, que contemplen la adaptación de las regulaciones y las definiciones jurídicas al nuevo escenario, la informatización de los sistemas tributarios y de la seguridad social, la promoción de soluciones innovadoras y la búsqueda de “soluciones dolorosas” en los sistemas de pensiones.

Publicado el 20-05-2018
Foto: Xinhua.

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