ARGENTINA Y LOS BRICS

En la búsqueda de un camino común

En medio de versiones sobre una eventual incorporación como miembro pleno, la Argentina participó en julio del encuentro entre la Unasur y el grupo integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Por esos días, las visitas a Buenos Aires de los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping ratificaron el vínculo estratégico con esas potencias mundiales. La constitución de un nuevo Banco de Desarrollo, anunciada en Fortaleza, es una buena noticia para el país, que necesita evaluar cómo insertarse en un mundo complejo, cambiante y dinámico.

En la búsqueda de un camino común

 

Por Roberto A. Pagura

En 2001, cuando James O’Neill acuñó el término en un paper, los BRIC no eran más que una entelequia. Es probable que la eficaz ocurrencia de ese economista de Goldman Sachs fuera sólo un artificio para promocionar la inversión en aquellos mercados emergentes —un negocio lucrativo para ese mismo grupo financiero, cuya actuación antes, durante y después de la crisis de 2008 navega entre la opacidad y el delito—; pero lo cierto es que la creciente gravitación de Brasil, Rusia, India y China en la economía mundial resultaba a esa altura insoslayable. Con todo, pasarían todavía algunos años para que el grupo se manifestara como tal, al comienzo como un simple foro y más tarde de modo más orgánico. De hecho, y tras un acercamiento preliminar en 2006, en el nivel de las cancillerías, hubo que esperar tres años para que se celebrara la primera cumbre en Ekaterimburgo, Rusia. Y otro más para que se formalizara la incorporación de Sudáfrica, que aportó su S a la sigla, por ahora, definitiva.

Por la misma época en que O’Neill daba forma a sus argumentos, la Argentina avanzaba con paso firme y decidido hacia el abismo, a contramano de las seguridades ofrecidas por algunos gurúes. Luego de largos meses de incertidumbre económica y política —y de intensos padecimientos para la gran mayoría de sus habitantes—, el país comenzó a dar señales de recuperación en la segunda mitad de 2003. Apenas un año después, con el intercambio de visitas entre los presidentes Néstor Kirchner y Hu Jintao, la Argentina y China iniciaban una nueva etapa en sus relaciones, caracterizadas entonces de “asociación estratégica” y ahora como “asociación estratégica integral”.

Con sus más y sus menos, ese vínculo fue ganando intensidad a lo largo de la última década. Como en el resto de Latinoamérica, la manifestación más notoria —pero no la única— es el sostenido incremento del intercambio comercial, que en el caso argentino se multiplicó por cuatro de 2004 a 2013. Los flujos de mercancías, claro está, distan de ser simétricos: mientras las exportaciones crecieron cerca de 113% en ese lapso, las importaciones lo hicieron en casi 700%.

 

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