ARGENTINA Y EL MUNDO, 1981-2010

Globalización en tiempo de balance

En esta última entrega, el titular de la CERA repasa los vertiginosos cambios ocurridos a la sombra de la revolución financiera. Y apunta que la crisis de 2008 cierra una etapa y abre el debate sobre la necesidad de nuevos paradigmas.

Globalización en tiempo de balance

 

Por Enrique S. Mantilla / Presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA)

En esta tercera entrega, correspondiente al período 1981-2010, se parte de la base de que los lectores están muy familiarizados con nuestra historia comercial y con acontecimientos como el conflicto del Atlántico Sur por las Malvinas, el retorno al sistema democrático, los intentos de políticas antiinflacionarias como el Plan Austral y la Convertibilidad, las hiperinflaciones de 1989 a 1990, la denominada crisis por el efecto tequila y la de 2001/2002, la salida de la convertibilidad, el largo período donde la deuda externa fue un lastre para las finanzas públicas y las relaciones financieras internacionales, y los cambios de regímenes económicos. Pensamos, a favor de una síntesis, que los números pueden mostrar los importantes cambios ocurridos en el período.

Se adoptará un enfoque tridimensional, que apunta hacia los cambios en la participación sobre el PIB de las exportaciones, en su composición y en los mercados de destino (ver tablas 1, 2 y 3).

Nos ha parecido conveniente y útil concentrarnos en lo que se denomina la Revolución Financiera (1982-2008), basada en el surgimiento de los mercados emergentes, la globalización y los nuevos modelos de negocios financieros, y el dinero fiduciario.

La Revolución Financiera fue acelerándose con el colapso de la URSS, la reunificación de Alemania y la integración exitosa de China en el mercado mundial, y se potenció por la revolución de las comunicaciones, que ha logrado una tasa de conectividad global impresionante.

Entre 1980 y 1985, los países y las regiones más importantes sufren problemas de estancamiento con inflación. Ante este problema, en Estados Unidos, el presidente Reagan inicia una etapa expansiva con déficit fiscal, reducción de los impuestos y política monetaria laxa, aunque con tasas de interés elevadas.

Esto produce un masivo movimiento de capitales hacia Estados Unidos proveniente de Japón, Alemania Federal y Saudí Arabia. Estados Unidos se convirtió en el deudor más grande del mundo y el dólar se elevó en el orden de 98% en promedio de 1980 a 1985. Los países de Latinoamérica, que se habían endeudado con el reciclado de los petrodólares, se encontraron en medio de una crisis de deuda que los acompañará por un largo período.

El Viejo Continente —atrapado en el desempleo y el bajo crecimiento—, había contraído la euro-esclerosis, con baja inversión y desarrollo tecnológico, mientras que Japón y los NIC (países de industrialización reciente, por su denominación en inglés) emergían como los líderes utilizando monedas subvaluadas.

Y es en 1985 que algo pasa en el mundo. Se produce una serie de acontecimientos que ponen una nueva base a la dinámica internacional.

Es interesante consignar cómo la advertencia que había realizado Peter Drucker en 1968 en La Gran Ruptura, era ya una idea compartida a escala global. En ese libro, Drucker sostenía: “Tanto las empresas como el gobierno tendrán que aprender a anteponer el futuro al pasado, en sus políticas, en sus actitudes, en su organización y en su estructura... En una época de continuidad... al fortalecer el pasado es probable que se fortaleciera el futuro, pero en un período de cambio y especialmente rápido cambio tecnológico, en el que aparecerán nuevas industrias como principales factores económicos, fortalecer el pasado significa debilitar el futuro”.

Se necesitan amplias inversiones y por lo tanto facilitar el movimiento internacional de capitales para impulsar el cambio tecnológico, el aprovechamiento de las economías de escala, el uso de nuevos materiales, la construcción de la infraestructura de la información y las comunicaciones. Todos los países en competencia buscan elevar su productividad.

Al mismo tiempo, con el fin de la guerra fría, se reemplaza la carrera armamentista y las preocupaciones puramente estratégicas por la creación de una paz económica.

En 1989, cae el Muro de Berlín y poco después colapsa la URSS. El experimento de la salvación, a través de la sabiduría del Estado que soluciona todos los problemas porque es garante del interés general, parece difícil de sostener, y el movimiento adversarial de mayores políticas pro-mercado predominará en la década de los ‘90 hasta 2008.

Comienza a adoptarse un enfoque global donde la integración económica, mediante acuerdos de libre comercio, y el avance en las negociaciones del GATT, que se consolida en 1994, se superponen y potencian.

En 1991, se constituye el Mercado Común del Sur (Mercosur) por el Tratado de Asunción con el objeto de integrar los cuatro territorios aduaneros. En 1992, se realiza el NAFTA o Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. La clave es ampliar los mercados, buscar más productividad, avanzar para aprovechar el proceso de globalización.

La articulación con los mercados internacionales va a ser el gran tema de los años ‘90. Se facilitará el ingreso de empresas, la conformación de joint ventures, la incorporación de nuevas tecnologías y la subcontratación internacional, pero también, de manera desequilibrada, se asistirá a la colocación internacional de papeles comerciales y de bonos de la deuda pública que alimentarán una dinámica insostenible.

En 1998, finalizan las reuniones preparatorias para lanzar una nueva Ronda de negociaciones del Sistema Multilateral de Comercio, pero fracasa en Seattle en 1999 y recién se lanzará una nueva en 2001, en Doha. Esta última sigue empantanada en 2010, pero hay más de 400 acuerdos de libre comercio vigentes.

En 1999, Europa lanza el euro con la esperanza de crear una zona de prosperidad y atraer capitales para financiar su ampliación hacia el este. Desde 1999 a 2010, se pasará de la Unión Europea de los 15 a la de los 27.

En la crisis de 2001-2002, se produce un cambio estructural en la economía argentina que coincide con un período excepcional en la economía mundial al que se llamará la “Gran Moderación”. El ataque a las torres gemelas en New York produce un cambio estratégico y de lo que se prometía como más Américas con la concreción de un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) va a surgir sólo más América (Estados Unidos). De alguna manera, esa iniciativa que se había negociado por años se abandona en 2003 en Miami, para desmembrarse en los acuerdos bilaterales con Chile, Perú, Centroamérica y la República Dominicana (conocido como CAFTA) y los pendientes con Colombia y Panamá.

Las guerras de Irak y Afganistán pondrán a los temas estratégicos nuevamente en la agenda internacional y ya en 2009 la tensión se incrementará con el impacto del desarrollo nuclear en Irán.

Sin el desafío del ALCA, el Mercosur se estanca en su agenda integradora más allá de avances marginales, y se empieza a realizar un juego de bilateralismos, con incontables excepciones a las reglas comunes.

La negociación de un Acuerdo Comercial con la Unión Europea, que se había tramitado sin pena ni gloria hasta 2006, recién es relanzado en 2010 en un marco internacional muy diferente del original. El hecho destacado es que Brasil ha logrado un nuevo status en el concierto internacional, muy superior al del Mercosur. Participa del BRIC (Brasil, Rusia, India, China), tiene un acuerdo de colaboración tripartita en el BIS (Brasil, India y Sudáfrica), un acuerdo de relación estratégica con la Unión Europea y un acuerdo de diálogo especial con Estados Unidos. Asimismo, se ha convertido en una potencia agroalimentaria y con excelentes pronósticos en su desarrollo de gas y petróleo que devienen de impactantes descubrimientos.

En el marco sudamericano, se va a ir produciendo un exceso de ofertas de integración —ALADI, CAN, Mercosur, ALBA, Unasur—, de amplia geometría variable y que muestran la falta de foco estratégico de largo plazo. Mientras tanto, Asia se ha convertido en la zona más dinámica, que ha podido superar con éxito la gran recesión producto del fin de la Revolución Financiera y la crisis de los sistemas financieros de los países de la OCDE.

En la tabla 4, se muestran los cambios sustantivos en la distribución del PIB mundial.

El ascenso de China y, en menor medida, de India ha modificado la demanda de materias primas y la Argentina se va a encontrar con una nueva valorización de su oferta exportadora basada en recursos naturales y con el fortalecimiento de la demanda de Brasil y los países de ALADI. Éste es el cambio estructural decisivo.

Sin embargo, el país abandonó la política de competitividad cambiaria 2002/2007 y está claro que su modelo exportador se mostrará inadecuado en 2011. En la nueva competencia mundial, poner derechos a las exportaciones de mayor valor agregado va a ser uno de los desafíos más difíciles de superar después de haber cumplido el Bicentenario.

Se ha configurado un nuevo mundo y se requieren nuevos enfoques. Ha surgido en el mundo la agenda del rebalanceo global y la respuesta es la innovación en los modelos de negocios, procesos y productos. A escala global, el G-20, que refleja una nueva estructura de poder, intenta coordinar los esfuerzos y en esa tarea la nueva arquitectura financiera es un tema central, en conjunto con la creación de empleo y la consolidación fiscal.

Una nueva estrategia que tenga en cuenta la complejidad de la nueva agenda será la llave para abrir la puerta de un relanzamiento que es la forma inteligente de enfrentar el futuro.


30 mantilla tabla 1

30 mantilla tabla 2

30 mantilla tabla 3

30 mantilla tabla 4

30 mantilla tabla 5


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