EMERGENCIA HÍDRICA

Técnicos del INTA destacan los impactos económicos y ambientales del fenómeno, que podría alcanzar niveles más críticos que los registrados en 1944.

La bajante del río Paraná, que ya provoca una serie de problemas ambientales y productivos, es la más grave desde 1944, pero podría agravarse en los próximos meses y superar incluso los registros de ese año. La situación llevó al Gobierno a declarar el Estado de Emergencia Hídrica por el término de 180 días, mediante el decreto 482/21, y encomendar a diversos ministerios la adopción de medidas para paliar sus consecuencias.

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) destacó en su web que la crisis del Paraná “no solo es grave por lo pronunciado de la bajante, sino también por su prolongación en el tiempo”, dado que en pocas semanas se iniciará “la tercera primavera” en tal situación.

Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN), perteneciente al INTA, explicó que, dada la complejidad y la extensión de la Cuenca del Paraná, “la normalización de su régimen hidrológico llevará tiempo y dependerá de la regularización de las lluvias”. Aunque se espera que éstas lleguen en los primeros días de agosto en la cuenca del Iguazú, que aporta rápidamente caudal al Paraná, en la cuenca alta “se activarían luego del período invernal, a partir de septiembre” y el impacto dependerá de su magnitud y su frecuencia, refirió Mercuri, quien estimó que la situación de emergencia probablemente se prolongue durante los próximos meses.

Por su parte, Alejandro Longo, director del Centro Regional del INTA de Santa Fe, enumeró las consecuencias productivas y ambientales de la bajante. En el primer aspecto, dijo que se han reportado problemas por los cupos para la carga de granos y de carne que sale del puerto de Rosario, dado que los barcos no cargan su capacidad total y esto afecta tanto el ingreso de divisas como la actividad de productores y transportistas. A su vez, la escasez de agua genera inconvenientes en la ganadería de isla.

Entretanto, hay un mayor riesgo de incendios, debido a las condiciones ambientales que favorecen su propagación, y se ven afectadas tanto la biodiversidad, de la flora y de la fauna, como la dinámica de los humedales abastecidos por el río.

A esos efectos, se suman la alteración de los ciclos de la fauna ictícola, la degradación de bosques nativos insulares y albardones, la aparición de especies invasoras y el impacto sobre una amplia gama de servicios ambientales ecosistémicos que brinda el río a lo largo de su trayecto, añadió Longo.

Para que la situación comience a revertirse, apuntó a su vez Mercuri, “no solo deben recuperarse los niveles hídricos de todos los reservorios naturales y de las represas en cuenca alta, sino también el nivel de reserva de agua en el perfil del suelo de cinco estados del Brasil en situación de sequía histórica”.

El INTA se encuentra trabajando con referentes y especialistas de las regionales comprendidas en la cuenca (Buenos Aires Norte, Santa Fe, Chaco-Formosa, Corrientes, Entre Ríos y Misiones) para identificar y dimensionar los impactos del fenómeno.

El director del CIRN evaluó que entre fines de julio y principios de agosto “muchos de los puertos a lo largo del trayecto del río mostrarán alturas de valores cero o varios centímetros por debajo del cero”.

De acuerdo con las estimaciones del Instituto Nacional del Agua (INA), que dedica un capítulo de su web a la emergencia en el río Paraná, hay tres escenarios posibles: una continuación progresiva de la bajante, una situación más crítica, semejante a la de 1944, y otra más crítica aún, con mayor prolongación y precipitaciones débiles en el inicio del verano 2021-2022.

Publicado el 29-07-2021
Foto: INTA.