INDUSTRIA NAVAL

Los astilleros argentinos, sin respaldo ni créditos

Durante una jornada organizada por la UBA, empresarios denunciaron la crítica situación del sector y plantearon la necesidad de políticas de promoción.

Los astilleros argentinos, sin respaldo ni créditos
Se favorece la importación de barcos usados en lugar de la producción nacional.

 

Empresarios del sector abordaron la crítica situación de la industria naval argentina y demandaron políticas que permitan potenciar su capacidad productiva, durante un encuentro organizado por los programas interdisciplinarios de la Universidad de Buenos Aires para el Desarrollo (PIUBAD) y sobre Transporte (PIUBAT).

Convocada en la Facultad de Ingeniería de la UBA bajo el nombre “Industria naval en Argentina, historia, presente y perspectivas”, la jornada dejó algunos datos elocuentes, según la reseña publicada por la agencia TSS, de la Universidad de San Martín. Por ejemplo, que la antigüedad promedio de la flota pesquera nacional —integrada por 570 barcos con permisos vigentes— es de 37 años y que alcanza a 54 años para los fresqueros de hasta 15 metros de eslora (ver aparte). O que en su mejor momento, en las décadas de los 60 y los 80, la construcción de barcos en el país ocupaba unas 60.000 personas, contra las 5.800 de la actualidad.

Los expositores apuntaron que la Argentina tiene una política de importación libre de impuestos de barcos usados que puede parecer favorable a los armadores, pero lesiona la actividad de la industria naval.

Uno de los disertantes fue Marcos De Monte, de Astillero Río Paraná Sur, con sede en la localidad bonaerense de Lima, creado en 2012. Desde su entrada en funcionamiento, en diciembre de 2015, construyó nueve barcazas y está terminando nueve pesqueros que operarán en Rawson, Chubut.

Da Monte cuestionó el veto de casi todos los beneficios fiscales y de financiamiento asociados a la ley 27.419, de desarrollo de la marina mercante y la integración fluvial regional. Así, quedó sin efecto la creación de un fondo para el desarrollo de la industria naval, que habría estado conformado por no menos de 1.500 millones de pesos, actualizados por inflación, y se habría destinado a financiar la construcción de embarcaciones o las mejoras tecnológicas en los astilleros. Sobrevivió en cambio la figura de la hipoteca naval, que resguarda a los bancos de eventuales quiebras de los armadores y permite reducir algo las tasas de los préstamos.

naval   La flota pesquera nacional tiene una antigüedad promedio de 37 años (ver aparte).
     

Se recordó también que el senador Fernando “Pino” Solanas presentó este año otro proyecto de ley que instituye un “Régimen de promoción de la industria naval pesquera argentina”. La iniciativa propone dar de baja a los barcos pesqueros de más de 40 años de antigüedad en un plazo de tres años. Además de promover el uso de barcos más eficientes y menos contaminantes, permitiría reflotar las construcciones en astilleros nacionales y otorgar reducciones de impuestos en combustibles para los clientes que los elijan.

Otro de los expositores, Raúl E. Podetti, directivo del astillero SANYM y coautor del libro Industria Naval Argentina, aseguró que “la Armada va a tener un presupuesto de 350 millones de dólares para nuevas construcciones, que coincide con el presupuesto de un astillero francés”, asignados a la adquisición de cuatro patrulleros marítimos.

“Todas las políticas navales requieren algún tipo de participación estatal, siempre. A través de un subsidio de tasas o a través de un sistema de garantías. Hay mil formas, pero siempre tiene que haber algún tipo de participación del Estado”, planteó Podetti ante una consulta de TSS.

Mencionó al respecto el caso de Estados Unidos, donde no se permite que la navegación de los ríos internos y el tráfico entre puertos del mismo país sean cubiertos por embarcaciones extranjeras. Además, el Estado brinda garantías por una parte de los créditos para la construcción de barcos, a tasas muy convenientes.

Podetti sostuvo que la hipoteca naval, asociada a los créditos UVA, no favorece la construcción de embarcaciones y recordó que desde los 90 la Argentina favorece la importación de buques usados sin barreras arancelarias. “Es tan grande el negocio de permitir importar barcos usados y lo que se ahorra quien puede hacerlo liberándose de pagar impuestos, que con todo el dinero que se ahorra puede comprar las voluntades necesarias”, aseguró Podetti.

 

Publicado el 22-12-2018
Foto: Astillero Río Paraná Sur.

 

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