ACTIVIDAD MINERA

Lo hará en asociación con la empresa alemana ACI Systems, como parte de un proyecto integral que generará ingresos por 1.100 millones de dólares anuales.

Bolivia comenzará a transitar una nueva fase de su desarrollo minero con la producción de baterías de litio, a partir de la asociación estratégica con la alemana ACI Systems y como parte de un proyecto integral que, según prevén las autoridades, generará utilidades brutas del orden de los 1.100 millones de dólares anuales.

“El consorcio está asegurando el mercado, tanto para el hidróxido como para el complejo de cátodos de baterías”, dijo el viceministro de Altas Tecnologías Energéticas, Alberto Echazú. El principal mercado será la industria automotriz de Alemania y el conjunto de países europeos que demandan baterías de litio para vehículos de última generación.

Ese hecho pesó en la elección de ACI Systems —que tendrá una participación de 49% en el consorcio— por sobre otras siete empresas, cinco chinas, una rusa y otra canadiense, que compitieron durante un año para ser parte del proyecto de industrialización del litio contenido en el salar de Uyuni, situado a unos 3700 metros sobre el nivel del mar en el suroeste de Bolivia, que con una superficie de 10.500 kilómetros cuadrados es considerado la mayor reserva de ese mineral en el mundo.

Echazú explicó que el proyecto contempla la construcción de una planta de hidróxido de litio, otra de materiales catódicos, una tercera de baterías de litio y la última de hidróxido de magnesio, que estarán listas en alrededor de tres años a partir del inicio de obras de la primera de ellas.

Por su parte, el gerente general de la Empresa Estratégica Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB), Juan Carlos Montenegro, precisó que la planta de baterías, de escala mediana, tendrá una capacidad de producción de ocho gigavatios por hora

La construcción de esas plantas demandará una inversión preliminar de unos 1.328 millones de dólares, que serán aportadas en partes aproximadamente iguales por ACI y el Estado boliviano.

“Para Bolivia éste es un proyecto muy importante, que le puede permitir desarrollar la industria del litio e introducir los productos en el mercado mundial y no sólo depender de China, sino orientarse mejor hacia los mercados occidentales”, afirmó Hubertus Bardt, director de un centro de investigaciones económicas con sede en Colonia, ante una consulta de la Deutsche Welle.

Bard destacó el interés del litio para la industria automotriz alemana y apuntó que, además, “está la fortaleza tecnológica que aportan los alemanes y el supuesto de que seguramente están en condiciones de organizar bien una empresa de este tipo, con un compromiso en un proyecto serio”.

A su vez, el investigador boliviano Germán Muruchi Poma dijo al mismo medio que se trata de “un acuerdo único” en la historia entre ambos países y “desde el punto de vista de Alemania con los países del tercer mundo”. Muruchi trabaja en Ayni, una asociación con sede en Leipzig que se dedica a la investigación y discusión sobre aspectos sociales y de derechos en relación con el uso de las materias primas.

Montenegro, que participó de un encuentro del sector en Santiago, Chile, aseguró que Bolivia lidera la industrialización de sales básicas en Sudamérica. Según refiere el periódico Cambio, el gerente de YLB señaló que, en nueve años de trabajo, su país consolidó la puesta en marcha de plantas piloto y de forma paralela ejecuta las plantas industriales de cloruro de potasio y carbonato de litio. Sostuvo a la vez que a las empresas transnacionales que explotan el salar en Chile y Argentina “no les interesa” llegar a un proceso de industrialización.

Lo auspicioso de la iniciativa no implica que el proceso esté exento de dificultades. “Los bolivianos van a tener que ponerse a la altura, porque de otra manera dependerán de las decisiones de la parte alemana”, afirmó Muruchi y planteó la necesidad de arribar a un acuerdo con las comunidades originarias de Uyuni y del departamento de Potosí.

Bardt, entretanto, recordó que “la extracción de materias primas está siempre en relación con riesgos para el medio ambiente, y se puede llevar a cabo de buena o mala manera, con un bajo o un alto impacto”. Por esa razón, enfatizó, es importante desde un principio poner estándares lo suficientemente altos para minimizar esos efectos.

Un estudio de la Comisión Chilena del Cobre publicado en diciembre pasado destaca que “el significativo crecimiento que se proyecta para los automóviles eléctricos que utilizan baterías recargables como fuente de energía ha impulsado la demanda proyectada de litio, atendiendo la mayor densidad de carga de las baterías ion-litio y a que éstas han disminuido significativamente su valor”.

De acuerdo con el mismo trabajo, en 2016 la demanda se situó en aproximadamente 201.000 toneladas de carbonato de litio equivalente (LCE), de las que 65% se destina a aplicaciones industriales y el resto al mercado de las baterías de autos y dispositivos electrónicos.

La Comisión calcula que para 2021 esa demanda llegaría a 372.288 toneladas de LCE y que la proporción destinada a baterías alcanzaría 58,7% del total.

Publicado el 17-05-2018
Foto: Cambio.

El litio, entre la oportunidad y el extractivismo