LA UE DEBATE SOBRE SU FUTURO

Sin negar las amenazas, un documento de debate lanzado por la Comisión Europea advierte contra el intento de cerrarse dentro de las fronteras nacionales.

“Una diplomacia económica europea eficaz ayudará a dictar el código normativo mundial y garantizar que las empresas europeas puedan prosperar en los mercados internacionales más dinámicos. Su éxito constante permitirá garantizar más y mejores empleos para los ciudadanos europeos en nuestro territorio. Del mismo modo, no debemos rehuir la adopción de medidas que permitan restablecer las condiciones de competencia equitativas cuando esta se vea amenazada”. La afirmación está contenida en las conclusiones del Documento de reflexión sobre el encauzamiento de la globalización, presentado esta semana por la Comisión Europea (CE) como parte del proceso iniciado en marzo con la presentación del Libro Blanco, en ocasión de los 60 años de la firma de los Tratados de Roma.

Se trata del segundo de cinco documentos que complementan ese texto y pretenden servir de base para para la organización de una serie de debates sobre el futuro de Europa, organizados en conjunto con el Parlamento Europeo, los Estados miembros interesados, los parlamentos nacionales, las autoridades locales y regionales y la sociedad civil.

El documento admite en sus conclusiones que los temores provocados por la globalización “son tan reales como las esperanzas y en algunos casos están bien fundados”, pero advierte: “Algunos quieren levantar el puente y encastillarse incluso dentro de sus fronteras nacionales. Llegan a cuestionar por excesiva la libertad de circulación de bienes, servicios, capitales y mano de obra que el mercado único permite dentro de la UE. Pero dar marcha atrás en el proceso europeo de integración conduce a un callejón sin salida”.

“La EU-27 sigue siendo la mayor potencia comercial e inversora del planeta y el mayor proveedor de ayuda al desarrollo del mundo. Estamos profundamente integrados en las cadenas de valor mundiales y seguiremos desempeñando un papel de peso incluso a medida que vayan apareciendo otras potencias. En vez de desentendernos y dejar que la globalización moldee nuestro destino, tenemos la oportunidad de configurar la globalización de acuerdo con nuestros valores e intereses”, sostiene a continuación.

El trabajo, que ensaya un balance sobre la globalización y sus efectos, así como de las perspectivas con miras a 2025 (ver recuadro), evalúa que la UE podría impulsar nuevas normas que garanticen “condiciones de competencia equitativas y pongan coto a comportamientos desleales y perniciosos como la evasión fiscal, las subvenciones públicas o el dumping social”. Propone también “instrumentos para proteger y empoderar a los ciudadanos a través de políticas sociales sólidas y el necesario apoyo a la educación y formación a lo largo de toda la vida”, así como “políticas tributarias progresivas” que, junto con la innovación y políticas sociales “sólidas” podrían contribuir a “una redistribución más equitativa de la riqueza”.

En torno de ese mismo debate, un artículo divulgado por el Parlamento Europeo resume algunos de los consensos que se expresan en ese cuerpo.

Sobre acuerdos y relaciones comerciales, refiere que la UE “utiliza su influencia económica para imponer altos estándares en los productos importados, así como para promover sus valores en el extranjero” y que los eurodiputados apoyan medidas para “luchar contra la competencia desleal procedente de fuera de la UE” y proteger los empleos europeos; en este aspecto, por ejemplo, han reclamado un acuerdo sobre “la modernización de los instrumentos de defensa comercial de la UE”.

Los parlamentarios, dice el artículo, han aprobado una resolución en la que señalan que “la UE debe adoptar reglas comunes para obligar a los proveedores a respetar los derechos de sus trabajadores” y menciona la situación de la industria textil, que emplea con frecuencia a niños y mujeres jóvenes, con largas jornadas, sueldos bajos y en condiciones a menudo peligrosas, inestables y violentas.

Finalmente, y tras referir cómo operan los “valores europeos” en el caso del comercio de minerales, asociado a conflictos y violaciones de derechos humanos, y en el de la importación de aceite de palma, cuya producción no sostenible genera deforestación y degradación del hábitat, sobre todo en el Sudeste Asiático, aborda también lo que se conoce como dumping social.

Afirma al respecto que los trabajadores “no disfrutan del mismo nivel de protección social” dentro del propio bloque y que, “en un entorno económico competitivo, algunas empresas intentan ahorrar costos laborales a base de empeorar las condiciones de sus trabajadores”.

Y se pronuncia a favor de “una verdadera igualdad de oportunidades, acceso al mercado laboral, condiciones de trabajo justas y una protección social adecuada y sostenible”, principios asumidos por el llamado “Pilar Europeo de los Derechos Sociales”, cuya creación fue anunciada por el presidente Jean-Claude Juncker en su discurso de 2015 sobre el estado de la Unión Europea.

Publicado el 11-05-2017
Foto: Parlamento Europeo.